Lo que inicialmente se suponía que era una celebración generacional o la consumación de una deuda, se terminó por convertir en una inesperada apología del rock. Mientras hay quienes tiraron la toalla frente al poco espíritu contracultural que propone esta época, Supergrass presentó en la sala C Art Media una declaración de principios. Y lo hizo con tanta capacidad y vehemencia que en ningún momento se corrieron de su identidad, su dirección ni su propósito. Lo primero que quedó en evidencia, al menos performáticamente, es que estos cincuentones ingleses se llevan por delante al cualquier grupo parido en esta época. Es más: el cuarteto dejó expuesta la tibieza de una progenie que habla de revolución desde el anonimato, sin calle para curtirse ni cuerpo que choque.<br /><br />